Patrimonio Historico

mapa-ADR Alpujarra

La comarca de la Alpujarra-Sierra Nevada de Granada cuenta con un rico patrimonio natural y cultural:

El patrimonio natural de la Alpujarra contiene una diversidad de paisajes consecuencia de su diversidad geográfica que se asienta sobre dos factores: la diversidad altitudinal y la diversidad longitudinal (este-oeste). De la fuerte orografía y diversa altitud, así como de la transición climática surgen fuertes contrastes. De esta forma: periglaciar de las altas cumbre occidentales, bosques naturales de la media ladera nevadense, encinar, melojar, matorral mediterráneo, alcornocal de la Sierra Contraviesa, barrancos de la media ladera, espacios cultivados aterrazados, vegas llanas del surco sinclinal, paisajes agrícolas específicos y por último, la costa.

Por lo que se refiere al patrimonio cultural de la Alpujarra, la historia y la prehistoria han dotado a la Alpujarra de un elevado número de recursos monumentales. Prácticamente todos los pueblos tienen al menos una iglesia  y una ermita, cuyos orígenes se remontan desde la época de la dominación romana hasta la actualidad.

Aunque existan ejemplos visigodos, neoclásicos, barrocos,… el estilo predominante es el mudéjar, que se manifiesta en magníficos artesonados y torres de ladrillo, estando algunas erigidas sobre antiguas mezquitas.

La arquitectura de la Alpujarra es uno de los elementos más identificativos y originales de esta comarca, que suponen junto con las fuentes, miradores, calles, plazas, y el mismo medio en el que se enclava un paisaje de inigualables características.

Existen importantes diferencias tanto en el urbanismo como en las tipologías constrictivas entre los núcleos de población que son centros subcomarcales como Ugíjar, Cádiar, Órgiva, y el resto de los pueblos. Los primeros, poseen calles y casa más amplias, edificios modernos de varias plantas, y aunque tienen algunos barrios que conservan la arquitectura y disposición de las casas típicas alpujarreñas, la mayoría son de tejado a dos aguas.

El origen de la arquitectura alpujarreña se encuentra en las tribus beréberes que poblaron estas tierras. De hecho existen casas similares en el Rif y otros lugares del mediterráneo.

Dada su geografía, los pueblos de la Alpujarra se han dispuesto de forma escalonada y orientados al sur o a espacios abiertos con la finalidad de aprovechar la bonanza climática.

Las calles tienen un trazado sinuoso y hasta cierto punto caótico y anárquico. Esta disposición aparte de adaptarse al terreno, tiene una ventaja defensiva.

La casa típica alpujarreña está especialmente adaptada a las laderas y a las condiciones climáticas. Los materiales utilizados en las construcciones han sido la piedra, madera de castaño, nogal y álamo, cañas, yeso, lajas de pizarra, y launa. El uso de estos materiales está condicionado por razones evidentes: aprovechamiento de los recursos disponibles  y las dificultades para transportar los materiales. Los muros, de piedra y argamasa, son de un grosor importante y su disposición, al igual que las calles, parece que no tienen una disposición lógica.

PATRIMONIO HISTÓRICO DE LA ALPUJARRA

El patrimonio histórico de la Alpujarra se caracteriza por lo siguiente:

  • Una gran diversidad de elementos; que se hayan distribuidos en el territorio y por tanto un mejor reparto de los beneficios derivados de su puesta en valor, esta circunstancia genera una dificultad a la hora de obtener resultados en la conservación  teniendo en cuenta la limitación presupuestaria.
  • Gran diversidad; en los aprovechamientos económicos que se han desarrollado históricamente en la comarca.
  • Escasez de elementos espectaculares; por esta razón hay que jugar con los elementos disponibles, reforzando una adecuada conservación y en una interpretación de calidad.
  • Gran deterioro patrimonial por abandono y restauraciones inadecuadas; para la primera cuestión quizá se deba dar una solución por la adjudicación de usos alternativos compatibles a los distintos elementos.
  • Existencia de un importante patrimonio difuso de difícil gestión; acequias y balates son los elementos patrimoniales que más incidencia tienen en la generación del paisaje alpujarreño. El riesgo de desaparición es grande y su conservación aparece como difícil teniendo en cuenta la actual evolución.

En su mayor parte, el patrimonio histórico de la comarca es muy sencillo. Sin embargo, supone la expresión de una larga y profunda cultura o modo de vida, que se ha mantenido hasta hace apenas unos años y que podemos reconocer a través de muchos vestigios.

Se pueden considerar varios grandes grupos dentro del patrimonio de la Alpujarra:

PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO
Desde épocas prehistóricas, se tiene conocimiento de asentamientos en la Alpujarra, más concretamente desde el Neolítico Medio, por medio de yacimientos trogloditas costeros, especialmente en las sierras de Lújar y Contraviesa. Otros yacimientos, más escasos, nos hablan de las culturas Prerromanas, Fenicia y Cartaginense, como las Minas de Cañar, si bien no se tiene un gran conocimiento sobre este período en nuestra comarca. También existen vestigios de la presencia Romana en La Alpujarra, por ejemplo la explotación del mercurio, en el Peñón Hundido de Lobras-Cástaras y la presencia de una prensa de aceite en Montenegro, cerca de Yegen. Sobre la época Paleocristiana, nos habla principalmente la presencia de enterramientos, cabe destacar la necrópolis de El Pago en Órgiva. Posteriormente, podemos citar algunos yacimientos Mozárabes, como La Mezquita en Busquistar, asímismo debemos citar la existencia de numerosos despoblados, por ejemplo los de Aylacar en La Taha y Unquellar en Ugíjar.

Entramos ya en las Construcciones Tradicionales, algunas de ellas en pie desde la edad media y que en muchas ocasiones pasar de ser una construcción tradicional a convertirse en un verdadero yacimiento, tal fue el caso del Tesoro de Bentarique, colección de joyas que ahora reposan en el Muceo Arqueológico Nacional  o el del arco de la taca u hornacina encontrado en Válor.

ARQUITECTURA DEFENSIVA

En la primera etapa de colonización musulmana, los poblados se establecen en torno a Castillos, normalmente pequeñas construcciones roqueras y alquerías amuralladas, como la de Juviles. Su cronología es diversa como resultado de los cambios en las necesidades defensivas y de la distinta iniciativa en su construcción. Debemos mencionar el Castillejo de Poqueira y por supuesto el Castillo de Lanjarón, cuyo estado de conservación es destacable, su fecha de construcción son los siglos XII-XIII, si bien la mayor parte de los restos actuales son del XVI.

EL AGUA EN LA AGRICULTURA

La agricultura en La Alpujarra ha tenido que solucionar grandes problemas: poco agua durante el verano, mucho frío durante el invierno, altas pendientes yla abundancia de materiales no solubles que impiden la penetración del agua en el suelo. Por lo tanto, ha sido necesaria la implementación de una tecnología sencilla pero eficaz para la gestión del agua, al tiempo que se realiza un gran trabajo de canalización y aterrazamiento. El sistema se basa  en una compleja red de infiltración de la escorrentía y de la distribución hidraúlica, para lo que se construye un sistema de cientos de kilómetros de acequias, de tres tipos principales, careo, madre y brazal. Asímismo existe un amplio patrimonio de estructuras auxiliares de conducción, como puentes, conductos de atanores, sifones, muros de sustentación y túneles, de los que destacamos el acueducto de los Arcos en Ugíjar y el acueducto de los Arcos de Cástaras.

PATRIMONIO AGROINDUSTRIAL

La producción agraria de la comarca ha estado relacionada siempre con la exportación de las materias primas de cada época (lana, aceite, vino…), sin embargo, de forma paralela y debido a las difícles comunicaciones y al pequeño tamaño de las parcelas, apareció una pequeña industria artesanal de transformación agraria que tras caer en desuso, aparece hoy como un extenso patrimonio etnológico. La Alpujarra entera aparece sembrada de numerosas eras de trillo, aventadoras, trilladoras, molinos manuales, molinos de agua, molinos de viento, hornos, almazaras, lagares, bodegas e incluso alguna destilería.

GANADERÍA TRADICIONAL

El elemento fundamental que permitía el desarrollo de los desplazamientos ganaderos, algunos de los cuales siguen activos, es la vía pecuaria. Cañadas, cordeles, veredas y coladas entretejen una compleja red de caminos específicamente creados para el tránsito con ganado. También existe una serie de construcciones ganaderas relevanes, tales como corralizas, corrales, cuevas, aljibes y albercas.

MINERÍA Y METALURGIA

La minería y la consecuente transformación de los metales son hechos fundamentales en la historia de la comarca. Fenicios, cartagineses y romanos, explotan las minas La Alpujarra, en especial estos últimos. Si bien durante el periodo visigodo se aprecia una importante ralentización del proceso, durante la época musulmana, el aprovechamiento del plomo continúa, quedando ejemplos de importantes minas dedicadas a la exportación, y múltiples pequeñas explotaciones dedicadas al consumo interior que suministran materia prima para las célebres alfarerías alpujarreñas. En lo que se refiere al hierro, con antecedentes ibéricos y romanos dispersos, sabemos que las minas del Conjuro en los municipios de Busquístar, y Almegíjar, ya fueron explotadas en esta época musulmana, apareciendo con motivo de los trabajos del siglo XX una galería que podría corresponder a este periodo, en la que aparecieron resto cerámicos, así como alguna lámpara de aceite y una lanceta. Por su parte, el mercurio continúa explotándose aunque de forma esporádica e intermitente en la Alpujarra Media granadina, en época musulmana, haciéndose la extracción por medio de sencillos hornos conocidos como xabecas donde el cinabrio era introducido en vasijas de barro que se calentaban con leña.

ARTESANÍA E INDUSTRIA

Son muchas las actividades industriales, en la mayoría de los casos difícilmente separables de las técnicas artesanales, que han dejado su reflejo en el patrimonio tangible de la comarca. La presencia de telares en gran parte de nuestros pueblos, ha sido una constante en la historia de La Alpujarra, así como la exitencia de batanes para procesor el paño. La sericultura también tuvo presencia en La Alpujarra, con centros importantes de producción en Juviles y Ugíjar, la fábrica de Ugíjar, sigue en pie, parcialmente, aunque con otros usos.

El uso del barro ha sido una constante en la comarca desde la antigüedad. Los alfares romanos se extendían especialmente en los valles bajos. La cultura musulmana imprime su propio sello a la cerámica doméstica, así, la teja de las cubiertas, pasa de tener la tendencia plana de las romanas, a curvarse, tipología que se ha conservado hasta nuestros días en gran parte de la península Ibérica. En cuanto a antiguos alfares, ya cerradas, quedan elementos inventariados en Cádiar y Ugíjar.

El paisaje de La Alpujarra no se entendería sin la cal, la cual, se extrae de la piedra caliza. Esta gran demanda tradicional, ha dado lugar la construcción de un sinfín de sencillas, pero eficientes caleras y yeseras formadas por hornos troncocónicos de unos 3 m de altura, levantados en mampostería con una pequeña excavación en su base interior, abiertos en su parte superior y con un gran vano frontal. Son innumerables las caleras que aparecen en las extensas zonas calizas de la comarca, con especial presencia en las sierras de Gádor, Lújar y baja ladera de Sierra Nevada. Por su parte, las yeseras se ubican en mayor medida en el surco interior y la zona oriental de la comarca.

Debido al absoluto dominio en la comarca de una arquitectura tradicional basada en la mampostería, las importantes labores de cantería quedaban reducidas a su aplicación en la sillería de algunas iglesias y casas palacios, así como a algunos elementos de uso público como son las fuentes ornamentadas. La cantería de la comarca se fabricaba en piedra del entorno: arenisca, caliza marmórea o fuerte conglomerado, extrayéndose de canteras de la zona, como la de Las Canteras, en Ugíjar.

Junto con los consabidos aperos de labranza, las antiguas carpinterías fabricaban, fundamentalmente, mesas matanceras, cantareras, puertas, postigos y poco más, existiendo, en su momento, sencillos talleres especializados dedicados a la fabricación de sillas.

El evidente dominio de la sierra Contraviesa en el cultivo tradicional de la vid, da lugar a que la mayor parte de las antiguas tonelerías de la comarca se localicen en los pueblos de su entorno, como el de Antonio Rivas en Albuñol.

De forma progresiva, en las primeras décadas del siglo XX, la electricidad va llegando a los pueblos de la comarca, lo que supuso un enorme revulsivo. En una primera fase fueron utilizados para este fin algunos molinos hidráulicos harineros, posteriormente, en muchos valles se crearon pequeños saltos específicos. El proceso se fue consolidando con la creación de interesantes pequeñas obras de ingeniería, conocidas como “fabriquillas de la luz”. Un conjunto de 22 antiguas centrales hidroeléctricas, se encuentran recogidas en nuestro inventario comarcal, encontrándose todavía en funcionamiento, integradas en la red general, las de Pampaneira y Poqueira.

COMUNICACIONES HISTÓRICAS

Si existe alguna característica que pueda definir rápidamente las condiciones físicas de La Alpujarra, esta se refiere a lo abrupto de su territorio. Superar la inaccesibilidad, ha sido, a lo largo de la historia, una de las constantes de los poderes. Quedan antiguos caminos, algunos todavía en funcionamiento, que presentan al día de hoy gran interés histórico, paisajístico y en algunos casos, de ingeniería. Se conoce un gran compendio de rutas del Imperio Romano, del siglo III. Ya en época medieval, la red de caminos se superpone a la anterior extendiéndose de forma considerable, ascendiendo hasta las zonas más altas. Caminos, con tramos especialmente destacables por su grado de conservación, elementos constructivos, valor paisajístico, etc. son los que ascienden desde Busquístar a las minas del Conjuro (Carihuela del Conjuro) y desde Ferreirola a los baños de Panjuila, ambos para comunicar la taha de “Ferreira” con la de “Jubiles”.

Son varios los puentes asignados a época romana o medieval dentro de nuestra comarca sin que, en muchos casos, esté garantizada la datación. Entre los más conocidos y llamativos citaremos el puente de Fondales, los puentes de Mecina Bombarón y el puente de la Tableta en Válor. Por último, citar el puente de Tablate, entrada histórica a La Alpujarra occidental.

Las ventas constituían un elemento esencial para apoyar las antiguas comunicaciones, atendiendo las necesidades de arrieros y caminantes. En la coronación de la sierra Contraviesa se conserva la Venta del Empalme, en el término de Lobras, reconstruida encontramos la Venta del Tarugo, en Albondón, aún en funcionamiento cabe nombrar la Venta del Haza del Lino.

Para mantener las calzadas expeditas, la administración pública fue tejiendo una red de puntos estratégicos mediante “casetas de peón caminero” que, con el paso del tiempo, pueden ser contempladas como verdaderos elementos del patrimonio histórico–etnológico.

LOS SERVICIOS

Las fuentes de caños recibían el agua del manantial y su función principal era facilitar el llenado del cántaro. Las fuentes exteriores se sitúan normalmente adosadas al muro o balate en donde aparece el afloramiento, encontrándose construido en mampostería. Sin embargo, especialmente a partir del siglo XVIII, las mejoras ilustradas canalizan muchos manantiales a nuevas fuentes situadas en lugares estratégicos de los núcleos de población. Destaca, sobre el resto de las fuentes del pueblo, la “fuente de la plaza”, la cual, puede presentar connotaciones monumentales, abundando en un una decoración más elaborada.

Los lavaderos, elementos imprescindibles para la higiene, constituyen un nuevo elemento para el aprovechamiento del agua en las poblaciones, presentando una importante presencia paisajística, al encontrarse, en muchas ocasiones, cubiertos.

Los antiguos pozos presentaban normalmente un uso destinado al consumo humano, ya que eran las norias los elementos destinados a la extracción de agua del subsuelo para fines agrícolas.

Las constantes mineralizaciones de hierro y azufre en los mantos geológicos Nevado-Filábride y Alpujárride, respectivamente, da lugar al frecuente afloramiento de aguas medicinales que constituyen importantes referentes en la salud popular local y de los visitantes. De entre los muchos nacimientos en nuestra comarca, destaca por su ubicación y reconocimiento la Fuente Agria de Pórtugos, ubicada en un paraje de gran interés paisajístico, también mencionamos las Fuentes Agrias de Bérchules y de Válor.

La presencia del complejo geológico Alpujárride en esta zona de la comarca da lugar a la aparición de múltiples afloramientos termales, que fueron aprovechados para la creación de pequeños balnearios, en mayor medida utilizados por la población del entorno, los cuales se encuentran hoy abandonados. De entre los que se conservan algunos restos destacan los Baños de Panjuila en La Taha y los del Piojo de Cástaras. Pero sobre todos los afloramientos mineromedicinales de la Alpujarra Occidental, por sus dimensiones y aprovechamiento, destacan, evidentemente, los manantiales y balneario de Lanjarón.

Dentro de los edificios directamente ligados a la administración pública, son obviamente los correspondientes a las casas consistoriales, los más representativos y en la mayoría de los casos, los únicos, que pueden presentar importantes singularizaciones en el conjunto del patrimonio histórico de nuestros pueblos. Del siglo XVIII, destaca singularmente el edificio del Ayuntamiento de Cádiar.

Con la llegada del siglo XIX, los grandes relojes van instalándose en nuestros pueblos. Los relojes municipales, tienden a ser ubicados en las torres de las iglesias, por su posición dominante, permitiendo ser oídos en la población y gran parte de la vega. En ocasiones, no obstante, éstos se colocan en el ayuntamiento, dando al poder civil una mayor significación.

ARQUITECTURA RELIGIOSA

No es fácil entender, a primera vista, la muy escasa presencia de vestigios de la arquitectura religiosa musulmana en comarcas como La Alpujarra. La explicación a esta ausencia estriba, fundamentalmente, en la falta de solidez de estos antiguos edificios religiosos. Como notable excepción de esta desaparición masiva nos encontramos con la antigua mezquita de Fiñana, que fue posterior iglesia y actual ermita.

El trasfondo religioso de la llamada reconquista, que termina, al menos formalmente, con la toma de Granada, lleva a los estamentos cristianos a canalizar el control de la población mediante la imposición de la nueva religión y a simbolizar el nuevo poder mediante la transformación de las mezquitas en iglesias y la construcción de otras nuevas. De esta primera época apenas quedan iglesias es la comarca, siendo el caso de Júbar el más destacable.

Con la rebelión morisca, diversas iglesias son quemadas y saqueadas, si bien son muchas las que se salvan como por ejemplo la de Juviles. Como muestra de diversos cambios físicos podemos citar la iglesia de Tímar, en la cual la inestabilidad del terreno da lugar a sucesivos estados de ruina y las consiguientes reparaciones y reconstrucciones.

El crecimiento de la población deja pequeñas a muchas iglesias, con lo que se construyen nuevos templos o se buscan distintos sistemas para lograr la necesaria ampliación. Estos son, por ejemplo, los casos de las iglesias de Juviles y Notáez. Caso especialmente llamativo, ya a mediados del siglo XVIII es el de la transformación operada en la Iglesia de Órgiva.

Reforzar la preocupación religiosa de la población, en ocasiones centrando la atención sobre algún Santo patrón, o exaltando la figura de la Virgen, motiva la construcción de grandes ermitas en la comarca, durante la Edad Moderna. Podemos citar la ermita de San Antón en Ugíjar o la ermita de San Marcos de Turón.

En cuanto a los conventos, cabe destacar el franciscano de San Juan Bautista de Ugíjar.

Los cementerios son, en muchas ocasiones, elementos de apreciable interés histórico. En aquellos lugares en que la iglesia o ermita no se encontraba en una zona densamente habitada, podemos todavía ver cementerios situados junto a los edificios religiosos, sirvan de ejemplo los de los núcleos del municipio de La Taha, junto a las ermitas en Válor y el de Júbar. Finalmente, la aplicación del historicismo arquitectónico a algunas construcciones, en cementerios de capitales zonales, da lugar a la aparición de connotaciones historico-artísticas en algunos panteones, como puede ser el caso del cementerio de Ugíjar.

Son muchas las inscripciones simbólicas que aparecen en el conjunto de la comarca, gran parte de las cuales, consideradas de naturaleza cristiana, se encuentran asociadas a aljibes, antiguas estructuras defensivas o lugares de paso. Según Patrice Cressier, descartados los orígenes paleocristianos o mozárabes, estos “graffitis” habrían sido realizados, en su mayor parte, a principios de la repoblación cristiana para santificar espacios “ensuciados” por los moriscos. Por otro lado, también aparecen estos grabados en la propia roca , como es el caso de la “Piedra Arzá” (alzada), en el camino de Capileira al puente Abuchite.

ARQUITECTURA RESIDENCIAL

La casa tradicional alpujarreña presenta unas cualidades arquitectónicas, paisajísticas y etnológicas, dignas de admiración y de la mejor conservación. Sin embargo, entre las características más singulares de estas viviendas se encuentra su mutua integración en una arquitectura donde es difícil, en muchas ocasiones, establecer la individualidad de una vivienda frente al conjunto, siendo el paisaje global resultante lo verdaderamente destacable. Una extendida opinión sitúa en el Alto Atlas el origen de la casa tradicional alpujarreña, al presentar grandes similitudes con las propias de aquel entorno. Si embargo, criterios más avanzados consideran que su aparición en la comarca es anterior a la colonización musulmana, pudiendo remontarse a época prehistórica. La cubierta “plana” de launa y la chimenea constituyen los elementos más sobresalientes y característicos de la casa tradicional alpujarreña.

No existen grandes diferencias en la estructura y formas de construir entre las casas de los núcleos de población, y los cortijos tradicionales, salvo en que estos últimos, al quedar exentos, nos muestran plenamente su conformación exterior, con ausencia de una tercera altura, en la mayoría de los casos. En el corazón de la Alpujarra granadina, los núcleos menores del municipio de La Taha: Capilerilla, Atalbéitar, Mecina, Mecinilla, Fondales y Ferreirola, guardan, por ahora, un envidiable nivel de conservación en su arquitectura y paisaje. Si nos desplazamos hacia levante, la Alpujarra Media occidental, nos ofrece la supervivencia de núcleos como Notaez, Nieles, Tímar e incluso de una capital municipal: Lobras.

Las casas de las familias pudientes de la comarca presentan, en muchos casos, las características esenciales de la casa tradicional alpujarreña, si bien con mayor amplitud y solidez. Sin embargo, durante los siglos XVII y XVIII, especialmente en los que se refiere al Alto Andarax y a la localidad de Ugijar, esta última población sede de la antigua Alcaldía Mayor de La Alpujarra, surgen edificios de gran porte, que se alejan, en gran medida, de los patrones tradicionales de la arquitectura de la comarca. Gran parte de estas casas-palacio de los siglos XVII–XVIII, e, incluso, muchas no tan espectaculares pero que también destacan claramente sobre la vivienda tradicional popular, conservan el escudo de armas o blasón, de la familia de la baja nobleza comarcal, que las habitó, cuyo linaje queda aquí representado. Normalmente esculpidos en mármol u otra piedra carbonatada, destaca la existencia de concentraciones de estos blasones, además de en las citadas casas-palacio en el Museo Pedro Antonio de Alarcón de Capileira.